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La vieja capilla de la Calle El Sol

abril 13, 2012 en Historia

Las fiestas de Cruz siempre han sido motivo para el encuentro, la plegaria y el regocijo que nos proporcionan los adornos florales y pirotécnicos. Al mismo tiempo nos han ido mostrando algunas noticias guardadas en las memorias de los vecinos de más edad, o bien sacadas de viejos papeles, pacientemente.

Gracias a la generosidad del historiador don Manuel Rodríguez Mesa, para la presente edición ya podemos contar con una fotocopia de un manuscrito muchas veces anunciado y resumido en los programas de fiestas. Se trata de un documento sin clasificar, correspondiente a 1866, que se conserva en el Archivo Diocesano de Tenerife. Me complace compartir su contenido con todas las personas interesadas en el tema.

Se dirige al M. Y. Sor. Gobernador Ecco (Muy Ilustre Señor Gobernador Eclesiástico) y su contenido reza como sigue:

“Agustín Molina, natural y vecino del pueblo del Realejo alto en la calle del Sol, por sí y en nombre de los demás vecinos exponen: Que es público y notorio que con limosnas de estos mismos se ha fabricado una capilla pública, la que con autoridad de V. S. (Vuestra Señoría) se bendijo hace cosa de dos años; y deseando estos mismos vecinos para aumentar más esta devoción que celebre en ella el Sto. (Santo) Sacrificio de la Misa en los días que V. S. tenga por conveniente, y en especial cuando haya alguna promesa que cumplir.

A V. S. suplican permita la celebración del Sto. Sacrificio de la Misa, previos todos los requisitos que se acostumbran en tales casos y que V. S. tenga a bien señalar: gracia que se prometen conseguir del celo religioso que distingue a V. S. por el aumento y propagación del culto católico. Realejo Alto Abril veinte y cuatro de mil ochocientos sesenta y seis. Por el exponente y demás vecinos (firma) Juan B. Padrón.”

Apenas dos días después, 26 de abril de 1866, se ordena que pase esta solicitud a informe del Arcipreste de La Orotava. Una vez examinada la petición que presenta D. Agustín Molina por sí y en nombre de los vecinos de la Calle del Sol, manifiesta “que las razones alegadas en ella son ciertas y bastante poderosas para que se conceda la gracia que solicitan, siendo útil para fomentar la devoción y aumentarse así el culto de nuestra Sta. Religión; sin embargo, V.S. decretará como siempre lo más conforme a justicia. Realejo Alto Abril veinte y siete de mil ochocientos sesenta y seis. (Firma) Don Domingo González de Chaves”.

La definitiva y ansiada respuesta no se hace esperar si tenemos en cuenta las dificultades para la comunicación de la época. Se ve que la fecha de la festividad de la Cruz está muy próxima y esta circunstancia ayuda a aligerar los trámites burocráticos. Conozcamos el texto del expediente:

”Laguna veinte y ocho de Abril de 1866. Vista la solicitud que antecede; visto igualmente el informe del V(enerable) Arcipreste de la Orotava atendiendo al fin laudable y piadoso que se propone el peticionario por sí y a nombre de los demás vecinos de la calle del Sol en el Pueblo del Realejo Alto, en la gracia que ha impetrado, venimos en conceder nuestra licencia y permiso para que pueda celebrarse el Santo Sacrificio de la Misa en la Capilla de la Cruz situada en dicha calle y pueblo, no sólo en el día de la Invención de la Cruz (tres de mayo), sino en los demás que a juicio del Párroco Rector de la Matriz del Apóstol Santiago del referido Pueblo deban decirse, por exigirlo así la necesidad y utilidad de los fieles; siendo de cuenta del encargado de la expresada Capilla de Cruz proporcionar los ornamentos necesarios, será crucifijo, piedra de ara consagrada para el Altar y demás que se requiere según rúbricas para la celebración del Santo Sacrificio, también será de su cuenta y cargo proporcionar una campana para la expresada Capilla con el fin de convocar a los fieles a la celebración de los divinos oficios, cuando se hagan en ella. Comuníquese al V. Arcipreste y al interesado. Lo proveyó en S(ecretaría) el Y(lustre) S(eñor) Gobernador Ec(lesiásti)co y firma de que certifico. = José M. Méndez.”

Algunas conclusiones

La lectura pausada de los textos precedentes suscitará opiniones muy diversas. Permítaseme señalar algunas de mi modesta cosecha. La primera y principal es que la solicitud la hace el vecino don Agustín Molina por sí y en nombre de los demás vecinos, como se señala repetidamente. Este hecho da idea de una vecindad que imaginamos unida en sus propósitos y con un arraigado sentido del culto religioso representado en la Cruz de la capilla, sumado, indudablemente, al particular que muchas casas particulares le rinden entonces y continúan rindiéndole en la actualidad, con tamaños, formas, adornos y accesorios diversos que las acompañan.

La unidad de los vecinos de la calle del Sol, o El Sol simplemente, sigue siendo admirable y más en estos tiempos últimos en que, como hemos comentado, ha aumentado de forma notable su población.

Recuerdo compartir el rezo del rosario en la actual capilla de la Cruz con algunas personas que ya no están físicamente con nosotros, y entre misterio y misterio –gozosos, dolorosos y gloriosos- , entre Padrenuestros y Avemarías, hacer pausas para evocar anécdotas de pasadas fiestas, y de hombres y mujeres que hicieron historia, la historia pequeña o grande de una comunidad, según el cristal del corazón con que miremos. ¡Lástima que muchas de esas vivencias queden apuntadas solamente en el disperso, caprichoso y olvidadizo libro del viento y en las páginas insondables de las vivencias de cada cual!

Queda mucho por anotar. De la primitiva Cruz que seguramente colocaron los monjes franciscanos. De las distintas modificaciones que ha experimentado la capilla a lo largo del tiempo. De los festejos populares de antes y de ahora, todos respetabilísimos. Las fiestas son para vivirlas y no para contarlas. Pero a mí me gusta decir como Unamuno:

“Pero acaso contar la vida, contar la fiesta, ¿no son también formas de vivirla?” Que el Santo Madero nos bendiga.


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